El género que fluye, como el (no)tiempo
por: Valeria Iglesias

Leyendas
Carlos Gardini
Letra Sudaca Ediciones
2018
234 pp.
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No leer los libros del autor al que le dedicás un número sería como ser médico alópata y no tratarse con medicina alopática, o ser nutricionista y comer todos los días en McDonalds, o cosas así, ¿se entiende? Por eso, aunque no soy muy asidua lectora de ciencia ficción, dije al equipo de Outsider la revista que yo quería reseñar uno de los libros de Carlos Gardini. Y qué suerte que me ofrecí. Primero, porque pude ir más allá de la etiqueta (Marcos nos había presentado a Gardini como escritor de ciencia ficción) para sorprenderme con algo que ya sabía pero que olvidaba: la etiqueta "ciencia ficción", como toda etiqueta, es algo rígido que no representa la variedad, la fluidez y lo inabarcable de todo lo diverso que cae dentro de esa caja. Aplaudo. Aplaudo la diversidad y aplaudo este libro de Gardini.
En mi escaso contacto con el género, casi todo lo que leí (a excepción quizás de algunos relatos de Angélica Gorodischer) fueron traducciones de literatura norteamericana. Así que lo primero que agradecí durante la lectura de Leyendas fue el español rioplatense. Siempre me siento cómoda cuando leo en mi lengua, me siento cerca, siento que puedo dejarme envolver por la historia.
Y dejarme envolver por las historias hizo de mi experiencia de lectura un viaje alucinante. O varios viajes. Literal. Cada relato un mundo diferente, climas de melancolía, soberbia, desesperación, perseverancia. La intimidad de un padre y un hijo en "África en el horizonte", donde la pérdida de la madre los ha dejado desamparados, tan unidos y tan separados a la vez por la extrañeza del lenguaje, o la imposibilidad de comunicarse. O la cruzada a través del tiempo eterno de un vampiro. ¡Sí, vampiros!, en "El baile de las víctimas. La insistencia de un mago que no se resigna a la muerte de la mujer que ama en "El escultor de paradojas" y la no frontera entre la realidad y la alucinación de una ¿paciente psiquiátrica? en "Venecia en llamas".
Y ya que hablo de lo poco contundente que es el límite que impone una frontera, un eje muy interesante en los relatos es la interpenetrabilidad entre mundos aparentemente impenetrables que aparece en casi todos los cuentos. Incluso en la nouvelle "Los nombres de la luz". Y de manera impecable en Hawksville, donde (¿se me permite espoilear algo?) se explora un límite impensado dentro de una película del Lejano Oeste, o más conocida como Western. ¿Dónde termina la realidad y empieza la ficción? ¿Dónde termina la vigilia y comienza el sueño? ¿Cómo podemos dar cuenta desde el lenguaje (que sí o sí necesita del tiempo para desplegarse) de un tiempo atemporal donde todo ocurre simultáneamente?
Y ya que hablo de tiempo – y no me vengan a decir que justamente es un tópico característico del género, porque ya sé–, es muy interesante el modo en que Gardini lo trabaja, siempre explorándolo de diferentes maneras según sean los personajes y el universo creado en cada relato.
Recomiendo Leyendas a todos los lectores avezados fans de la ciencia ficción, pero también lo recomiendo ampliamente para todos aquellos que, como yo, tal vez piensen: "mmmm, no sé si la ciencia ficción es lo mío". Porque todo libro que está bueno, traspasa por lejos la etiqueta del género en el que se inscribe.