Manos que escriben ahora con sus manos
Ella te escuchaba con toda la atención, te miraba directo a los ojos y te hacía preguntas tan atentas y amorosas que te convencías que, en ése momento, lo que vos compartías con emoción a ella también la nutría. Tenía esos ojos de madre atenta, de abuela generosa, de mujer que ha detenido el tiempo para que sintieras que eras importante, único. Eso es algo que no puede fingirse, es una entrega que se siente desde el alma.